Estas entre muchas otras acciones, nos permitieron cuidar y acompañar el corazón de nuestras comunidades educativas, así como nos comparte Juan Carlos García, perteneciente a la Zona Santo Domingo, quien se permitió vivenciar las experiencias de EE.EE.:

“He tenido la suerte de compartir bonitas experiencias con personas con las que trabajó codo con codo. He podido volver a valorar la riqueza interior que habita en nuestros corazones, en lo más profundo de nuestro ser, de acercarme más a Dios, en definitiva. Partimos de nuestra realidad, con ejercicios prácticos, hasta llegar a la oración y meditación. Tiempo de silencio y escucha de la Palabra. Cada sesión nos llevaba un poco más hacia Dios, siendo transparentes a nuestras debilidades, y llegando al compromiso con Dios y los demás.

Descubrí que todos podemos crecer en profundidad, crecer hacia el interior, hacia una vida más plena, y, desde ahí, aprenderemos a convivir entre nosotros, a valorarnos mutuamente, a respetarnos y a querernos tal cual somos.”

Por esta razón, estamos convencidas y convencidos que acompañar la vida y educar para la vida, es la esencia de nuestra pastoral educativa, es el horizonte que motiva nuestro ser y quehacer como proceso sustantivo del movimiento, y que por ende nos convoca a seguir soñando y apostando por acciones que visibilicen las voces, rostros e historias de nuestros niños, niñas, jóvenes y familias que hacen vida a nivel nacional.